Los fetichistas del bolso tienen su museo en Ámsterdam

- jueves, 1 de noviembre de 2007 -

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1 de noviembre de 2007.

Holanda.

Ámsterdam.- De cuero, de tela o de nácar, de marca Gucci, Vuitton, Chanel, o creados por ilustres desconocidos, funcionales o fantasiosos: unos 3.500 bolsos de mano y carteras, hechos desde la Edad Media hasta el presente, son presentados en el Museo del Bolso de Ámsterdam, un sueño de fetichista.

"La historia del bolso no se limita a contar la historia de un accesorio de moda", recalca la directora del museo, Sigrid Ivo, cuya madre, Hendrikje, coleccionista apasionada, fundó el Tassenmuseum Hendrikje, que posee la más importante colección del mundo en este dominio. El bolso es también "testigo de lo que la gente quería transportar y de cómo ha cambiado la sociedad y el rol de las mujeres en ella", explica Ivo a la AFP.


Desde la Edad Media hasta el siglo XVII, pequeños bolsos y bolsas eran llevados prendidos de la cintura, tanto por los hombres como por las mujeres, a fin de llevar consigo monedas o documentos. La pieza del museo más antigua es un bolso de hombre, de cuero de cabra, que tiene dieciocho bolsillos con cierre.

A fines del siglo XVII, las faldas con miriñaques y volantes, bajo los que se ocultaban esas bolsas, fueron reemplazadas por los vestidos de estilo imperio, más ajustados al cuerpo. Nació entonces el bolso de mano.

"Este es el primer bolso que mi madre compró", indica Sigrid Ivo mostrando una pieza de caparazón de tortuga incrustada de motivos florales de nácar, fabricada en Alemania hacia 1820. Durante 30 años, Hendrikje reunió una colección impresionante, accesible al público desde la apertura del museo, hace diez años.

Muchos de los bolsos de época son muy pequeños, porque había "mujeres que no tenían que transportar gran cosa": algunos útiles de costura, monedas, a veces una llave, señala Ivo. El maquillaje, considerado algo vulgar durante mucho tiempo, sólo se convirtió recientemente en un accesorio que se lleva consigo, agrega.

Con la Revolución Industrial, a principios del siglo XIX, el bolso vivió un gran auge. El avance tecnológico permitía la fabricación de nuevos tipos de bolsos y carteras, y la generalización de los viajes en tren aumentó enormemente la demanda.

"Los bolsos de cuero pasaron a ser particularmente apreciados, ya que son sólidos y las clases medias viajaban cada vez más. Pasaron también a ser populares los 'bolsos recuerdo'", cuenta. Como ejemplo, el museo posee un bolso de perlas de 1838 en el que está representado el "Sirius", el primer barco de vapor que atravesó el océano Atlántico. Un siglo después, una cartera en forma de barco fue comercializada en conmemoración del primer viaje del transatlántico francés "Normandie".

En el siglo XX, la tranformación del bolso acompaña la del modo de vida de las mujeres: portafolios de cuero para el trabajo, bolsos de estilo informal para el día y estuches brillantes para las veladas mundanas.

En los años 1950 se impusieron algunos modelos hoy clásicos, como el 2-55 de Chanel, el célebre bolso acolchado o el "Kelly" de Hermès. "En los últimos 20 años, las casas de moda utilizan los bolsos y perfumes para ganar dinero. Hoy, cada diseñador espera idear 'el bolso' de la temporada. Se habla sobre todo de la modelo o de la estrella que fue vista con ese bolso en el brazo", lamenta Sigrid Ivo, cuyo museo prefieren poner de relieve los materiales novedosos y los creadores innovantes.

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