¿Sólo en la política? (A las cámaras industriales, como a la política mexicana, les hace falta una visión de largo plazo)

- viernes, 14 de diciembre de 2007 -

Cronica.com.mx
14 de Diciembre de 2007,
Miguel González Compeán.

México.

La clase política mexicana nos tiene acostumbrados a sus disputas. Nos ha enseñado a lo largo del tiempo que puede ponerse de acuerdo para algunas cosas y para otras, no más no hay manera. Sabemos con cierta anticipación los problemas en los que habrá de tener conflicto, hasta en algunas ocasiones sabemos qué opinan de verdad los actores involucrados.

Hemos podido clasificarlos incluso. Ya sabemos que algunos se niegan a todo y todo lo denuestan, sólo para tener prevista la declaración siguiente, que se reduce a un sencillo: Se los dije. Más vale prevenir, dirían una buena parte de nuestro políticos medrosos, desconfiados y negados, de plano, a la construcción. Otros, ya los conocemos, también, se dedican a lanzarse diatribas entre ellos para mantener posiciones o demostrar lo equivocado que está el otro.


Algunos más están embebidos de su papel y su personalidad. Como se diría antes, abren el refrigerador y al prenderse el foco comienzan a declarar. Están dedicados a presentar una posición que dé la línea general de acción y a mostrar la gran responsabilidad que tienen frente a los grandes temas. Algunos más se alinean con el Presidente o se confrontan en peleas del todo interesantes para la vida nacional. Secretarios contra gobernadores, periodistas (también le entran) contra secretarios y ahí nos vamos.

Sin embargo, por ver a los políticos y el enorme espacio que ocupan, todo lo demás se soslaya y se agazapa detrás de las faldas frondosas de la falta de acuerdos y construcción institucional de la política mexicana. Especialmente grave me parece lo que observamos en la iniciativa privada. Detrás de la cortina de humo de lo que se hace al calor del fuego de la disputa política, la empresa mexicana sigue siendo medrosa, con falta de previsión, incapaz de los acuerdos y de la construcción institucional para el mejoramiento de todos los mexicanos y lo que es peor, incapaces de hacer crecer y mejorar sus negocios, que en todo caso los beneficia, en primer lugar, a ellos mismos.

El día de ayer, nos enteramos que los empresarios de León, Guanajuato, marcharon en demanda por cinco años más de tolerancia contra la importación de zapatos, pues las importaciones chinas nos van a hacer pedazos. Con igual asombro, recientemente hemos escuchado a los empresarios agroindustriales quejarse de la apertura de mercados con los Estados Unidos, en particular, respecto de las importaciones de maíz. Los ejemplos se multiplican en todos los ámbitos y los sectores de nuestra economía. Lo único que pueden pedir los empresarios mexicanos es más tiempo.

Bien sabían que las fronteras se iban a abrir diez años después de la firma de los acuerdos comerciales. Bien sabían sobre la necesidad de trabajar con el Estado mexicano para adecuar tarifas, cuotas compensatorias, ajustar los términos en los que las importaciones se iban a dar y tantas otras cosas. La realidad es que flaco favor hacen sus cámaras industriales y su incapacidad para ponerse de acuerdo en la ruta a seguir en su ámbito cercano, en su ramo o en su sector. A ellos, como a la política mexicana, les hace falta una visión de largo plazo. El desarrollo de una idea general sobre el país que quieren y al que aspiran. Una visión más o menos básica de las cosas que requieren más allá de pedir protección del gobierno, de cabildear en el Congreso, cuando el peso económico o las relaciones se los permiten a algunos o de lamentarse sobre las políticas y decisiones tomadas hace tiempo, pero frente a las cuales no han podido establecer un mínimo acuerdo sobre las acciones a tomar. No ahora, que el niño ya se cayó al pozo, sino hace tiempo cuando podría haberse podido iniciar un proceso de definición y previsión.

La pregunta flota en el aire, queremos un mejor país al que le urgen cosas materiales, planeación, acciones y políticas que permitan el desarrollo pleno de nuestras capacidades, ¿con quiénes?, ¿dónde está la materia prima que construya los acuerdos, que ponga las ideas, que delimite las prioridades y se dé a la tarea de buscar las voluntades que permitan lograr lo que nos proponemos?

Un país necesita un proyecto nacional y una visión que le permita transitar en las aguas y los derroteros del mundo de hoy. Lo primero que se requiere es que sus elites asuman su responsabilidad, pero no basta con que la política y el gobierno hagan lo que deben, los productores nacionales tienen una responsabilidad similar o mayor. Ya es hora.

miguelgoco@prodigy.net.com

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