Visión de largo plazo (ante la posible eliminación de cuotas)

- jueves, 15 de noviembre de 2007 -

Eluniversal.com.mx
15 de noviembre de 2007,
Enrique del Val Blanco.

México.

En estos días el gobierno federal tiene que resolver uno de los mayores problemas que quizá se le puedan presentar. Es el que se refiere a la forzosa revisión que debe hacer de las cuotas compensatorias que desde hace varios años impuso a los artículos provenientes de la República Popular China, como medida para enfrentar los subsidios abiertos y ocultos que aquel país otorga a sus productores y que son considerados prácticas desleales.

Pero esta revisión y en su caso eliminación de cuotas, como espera China que se haga, lleva aparejado el hecho de que hasta ahora el gobierno federal no ha demostrado tener una política clara en materia económica y aparece dando bandazos, mientras otros países aplican políticas claras que les están dando resultado. Sin duda el mejor ejemplo es la misma China, con su increíble crecimiento anual de cerca o a veces más de 10% anual el cual, aunque le provoca disparidades internas, muchas de ellas que se pueden transformar en graves, ha permitido elevar, de manera desigual pero al fin y al cabo elevar, el nivel de vida de su población.


La única manera de lograr el crecimiento y mejorar los ingresos de la gente es con políticas claras y perdurables en el tiempo. Es de esta manera como se hacen los planes en China, que duran por lo menos cinco años, que corresponde al periodo en el que se reúne el Partido Comunista chino en su congreso, donde se fijan, además de las cuestiones políticas, las políticas económicas que como es natural día a día cobran mayor fuerza y les obliga a dejar de lado la ideología en aras del crecimiento.

En el último congreso del partido, celebrado a mediados del mes pasado, el presidente Hu Jintao habló de la necesidad del “crecimiento científico”, refiriéndose a la necesidad de combatir la desigualdad, la pobreza y cuidar el medio ambiente; aspectos que están siendo muy criticados tanto al interior de ese país como externamente.

Para ellos la revisión de las cuotas compensatorias que México les impuso desde hace varios años, y que en algunas ramas llegan a 1000%, es fundamental y no cejarán hasta lograr su desaparición o su reducción al mínimo, para lo cual utilizarán todos los recursos y subterfugios legales que les da su condición de miembros de la Organización Mundial de Comercio (OMC).

El problema para nosotros se divide en dos partes: por un lado están las industrias que han sido protegidas por los aranceles establecidos y, por el otro, aquellos que dicen que lo que necesita este país es acceder a productos baratos, vengan de donde vengan.

El gobierno hasta el momento no ha dado muestras sobre lo que va a hacer. Por eso la principal organización patronal, la Confederación de Cámaras Industriales (Concamin), ha amenazado con la posibilidad de iniciar un panel de controversia ante la OMC al margen del gobierno federal, lo cual es legal pero que indica cómo están las relaciones entre el gobierno y los industriales.

Hablan de una pérdida de más de 700 mil empleos que resultaría de la eliminación de las barreras impuestas a los productos chinos, que además, indican, provocaría una caída de los ingresos tributarios por la pérdida de empleos y el menor precio de las mercancías chinas. A este panorama hay que agregar la piratería y el contrabando que, según los expertos, en nuestro país ya rebasa más de 15% del Producto Interno Bruto. Este es el lado negativo de la película, por supuesto defendido principalmente por los industriales de la rama textil, que por cierto en México no se han destacado por sus buenas prácticas comerciales y de respeto a sus trabajadores.

Del otro lado están los comerciantes agrupados en su organización, la Asociación Nacional de Tiendas de Autoservicio y Departamentales (ANTAD), que simplemente manifiestan que la eliminación de las barreras arancelarias haría que la gente gaste menos y obtendría mayor provecho de su ingreso, lo cual es verdad ya que los productos chinos, todos o casi todos, son más baratos que los mexicanos o de cualquier otro país.

Y uno se pregunta: ¿cuál es la política del actual gobierno frente a esto? Al parecer, al igual que en muchos otros sectores, todavía no la sabe o no la quiere decir. El problema es que la actual administración ya lleva un año y muy poco se ha visto en este tema.

En el caso concreto de la relación con China no hemos sabido aprovecharla como otros países, y lo único que hacemos es tratar enfrentar los retos que nos presenta mediante acciones que ya están siendo relegadas en todo el mundo. Sin duda en China se fabrican muchas cosas de poca calidad y con salarios de hambre, situación que cada día se critica más en todo el mundo. Sin embargo, cada día están mejorando su calidad y de cualquier manera sus productos resultan más baratos, por lo cual, lo lógico dentro del sistema económico imperante, que todas las cúpulas y organizaciones empresariales por cierto defienden, sería eliminar las barreras comerciales, para que se genere una mayor competencia y aquél que ofrezca las mejores condiciones se lleve el mercado, así sean productos chinos, indios o franceses.

La realidad económica mundial y el empuje de China e India, con más de 2 mil 300 millones de personas en conjunto, hacen quebrar las políticas tradicionales del capitalismo y que muchos países desarrollados o no busquen medidas proteccionistas para respaldar a sus empresarios, que por supuesto utilizan el recurso de la pérdida de empleos, en muchos casos real, como el argumento fuerte.

El gobierno debe decidir con visión de largo plazo qué ruta económica seguir, para no estar dando bandazos y verse sometido a las presiones de los empresarios, que miden su peso económico pero también político, y al final sean acuerdos parciales los que supuestamente resuelvan los problemas, lo cual no es cierto pues lo único que estamos haciendo es que crezca al asunto sin resolverse. Mal para el gobierno, pero también mal para los ciudadanos.

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