El último curtidor (de Oaxaca)

- viernes, 9 de noviembre de 2007 -

Noticias-oax.com.mx
9 de noviembre de 2007,
Pascual Salanueva Camargo.

México.



Oaxaca.- Hasta hace unas décadas, Jalatlaco era un barrio de curtidores. En los años de mayor auge llegaron a ser más de 40 curtidurías extendidas por todo el barrio. Prácticamente todos los habitantes vivían de las pieles. Y aunque eran cientos de ellos, todos se conocían y reinaba entre ellos un ambiente de camaradería. Pero todo ha cambiado. De las más de 40 curtidurías que había en esta ciudad, ya nada más queda una: "El Refugio".

Debe su nombre a que entonces y ahora, la curtiduría se encuentra en la calle Refugio, del populoso barrio de Jalatlaco. A veces, cuando la puerta se encuentra abierta, es posible atisbar desde la calle el interior y descubrir las pilas de pieles de res sobre el suelo, o bien, extendidas en un lazo, secándose, al sol.


Aun cuando leve, al pasar a un lado de la curtiduría llega hasta la nariz un tufillo con olor a cuero. Pero, no obstante que se propague un fuerte aire, el olor no se hace más fuerte ni se extiende por la calle, así que muchos de los vecinos ni siquiera le prestan atención a la curtiduría.

Pero para los que conocieron y dominaron este oficio, el olor a res desollada no fue nada molesto, y casi se podría asegurar que muy pocos lo percibían. De todas maneras no tenían otra opción. En el caso de los trabajadores, los sábados terminando de trabajar, se metían a alguna de las pocas cantinas que había en el barrio y de la que no salían, sino para irse a sus casas, a dormir. Y cuando alguien tenía fiesta todos estaban invitados. Era un gremio muy unido.

El domingo era diferente. Una vez que salían de sus casas cruzaban con sus familias el río de Jalatlaco y se iban de compras a los mercados de la ciudad. Durante horas deambulaban por los mercados, negocios, tiendas y no retornaban a sus casas sino hasta entrada la tarde.

DINASTIA DE CURTIDORES

Dado que este oficio está a punto de desaparecer, NOTICIAS dialogó con la dinastía de curtidores, integrada por el abuelo José Domingo Martín; su hijo Ismael Antonio Martínez Jiménez y el nieto, Ismael Antonio Martínez Morales.

Don Domingo rememoró los tiempos en que todo el barrio de Jalatlaco dependía de la curtiduría. Tanto los patrones como los trabajadores formaban una gran cofradía. Cada fiesta que realizaban estaban invitados todos, sin excepción. Y cuando se trataba de fiestas religiosas, todos acudían a las misas, a las procesiones.

A decir del entrevistado, todo hubiera seguido marchando bien, a no ser que después de los años de mayor auge, apareció de improviso el vinil y, el hecho de que los consumidores prefirieran las prendas de vestir o incluso huaraches fabricados con ese material, provocó que paulatinamente los dueños de las curtidurías fueran perdiendo compradores y al comenzar a escasear el trabajo, se vieran obligados a despedir a sus trabajadores hasta quedarse solamente con los más indispensables.


NUNCA FALTARON CLIENTES

También se habló con Ismael Antonio Martínez, quien siguió el oficio heredado de su padre.

--¿Cuántas curtidurías llegaron a haber en el barrio de Jalatlaco?

--Había más de 40 curtidurías.

--¿Y le daban trabajo a un buen número de personas?

--Cada una tenía como unos 25 trabajadores, porque sí se trabajó bastante aquí en el barrio.

--¿Aparte de la piel de res, también trabajan la del ganado bovino?

--Sí, toda la piel se puede curtir.

--¿Ustedes a quiénes les entregan las pieles curtidas?

--Antes no nos faltaban los clientes, pero todo se complicó con la aparición del vinil, el plástico, entonces aquí la piel se fue para huaraches, para el cinturón, para mochilas que llevan los niños a las escuelas. Todo eso se hacía con la piel de aquí de Jalatlaco. Anteriormente en la penitenciaría compraban mucho cuero para balón, pero de repente llegó el vinil y nos desplazaron.

--¿Y con el vinil empezaron a quebrar las curtidurías?

--No tanto como eso, porque como se vendía en otros estados también, no decayó tanto la curtiduría, sino que con el tiempo los patrones ya fueron falleciendo y como a sus hijos ya no les gustó el oficio, estudiaron alguna carrera y las curtidurías comenzaron a cerrar. Afortunadamente aquí en la familia, venimos trabajando desde los bisabuelos prácticamente. Entonces, mi papá nos enseñó a trabajar el oficio, nos gustó y en eso nos quedamos.

Aquí todavía se trabaja a lo antiguo, se puede decir que a nivel nacional, porque todo es a mano y el curtimiento es al natural, porque químicos casi no se utilizan para el curtimiento, aquí pura cáscara, corteza curtiente. La gente que sabe trabajar la piel como debe de ser en artesanías, pues todavía buscan la piel de aquí de Jalatlaco".

--¿En la actualidad, cuántos trabajadores tiene?

--Solamente dos.

DE ABOGADO A CURTIDOR

Finalmente se platicó con el más pequeño de la dinastía: el nieto, Ismael Antonio Martínez, quien se tituló como Licenciado en Derecho, pero al descubrir que su verdadera vocación era la curtiduría, decidió dedicarse por entero a este oficio.

Como su padre, se inició en el oficio en la adolescencia. Y como aprendió todo el proceso, cuando faltaba algún trabajador, se cambiaba de ropa y lo suplía con la mayor eficacia. De esta manera, de abogado devino en el último miembro de la dinastía de curtidores que existe en esta ciudad.

Por el momento, a lo que más se dedica es a curtir la piel de borrego y a peinar la lana, en virtud de que mucha gente que utiliza la silla de ruedas, la usa para evitar que al estar tanto tiempo sentada se le puedan hacer llagas.

--Yo volanteo y voy a dar a las clínicas y todo eso, o viene la gente buscándola, aunque preparar este tipo de pieles de borrego es también dilatado, pues se tarda entre dos y tres meses en curtirlas, y es que también hay que peinarlas para dejarlas libres de grumos, pero una vez que están listas ayuda a prevenir las hemorroides.

Como están las cosas, el nieto de don Domingo podría ser el último miembro de una estirpe a punto de extinguirse.

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