1 de julio de 2007,
Silvina Sterin Pensel.
Propiedad de Héctor Sánchez trabajan allí unos diez hispanos, muchos colombianos de Pereira como él, pero también de otras regiones de ese país; de Ecuador, Honduras y Brasil. “Soy zapatero de nacimiento”, dice Héctor, “y cuando llegue aquí hace 27 años, seguí haciendo lo mismo”.
Héctor tenía 22 cuando llegó en avión hasta Bahamas y luego se ‘coló junto a otros 14 por Bimini’, una pequeña isla, hasta la Florida. Ahora que su negocio es próspero y va bien ayuda a su gente.
La zapatería tiene varias sillas de lustre donde cada cual atiende su juego y hace lo que le place mientras los dedicados lustrabotas le dan un shine a distintos especimenes de calzado, incluso los más rebeldes. “Algunos leen el diario, otros se echan una siestita y si hablan español a lo mejor conversamos un poco”, cuenta María, una ecuatoriana que dejó su país y sus cuatro hijos hace siete años.
En la parte de atrás es donde se atiende a los pacientes graves: zapatos con grandes agujeros, tacones que hay que reemplazar y capelladas que piden a gritos un remiendo. Allí están Jairo y su padre Gildardo. Son ellos los que operan la terminadora y la cortadora de suelas.
Entre ruidos de tornos y martillazos ambos explican que vuelven a la vida unos 30 pares de zapatos al día y que la cualidad que más hay que ejercitar en este oficio es la paciencia. “Por más que uno haga lo mejor que puede, el cliente se queja y nosotros escuchamos e intentamos complacerlos. Parece que funciona, porque siempre vuelven”, comenta Jairo.
‘Colombia llora pero no se rinde;’ ‘Pereira, la furia matecaña,’ reza otro cartel sobre la pared con el apodo por el que se conoce al equipo de fútbol Deportivo Pereira del que son fanáticos. Los zapateros y lustradores son como una gran familia comparten los recuerdos de allá, de sus países y su presente de inmigrantes.
Javier también es colombiano, de Armenia, una zona cafetera y lleva en Nueva York cuatro años. El empleo en la zapatería Infinity lo consiguió gracias a su hijo que es amigo de Héctor, el dueño. En Colombia era carnicero y bombero pero aquí comenzó a darse maña en esto del arreglo de calzado.
“Ahora embellezco zapatos y admiro a las mujeres hermosas que pasan por aquí”. Enrique, de Cuenca, Ecuador, se ríe de su compañero. También se ríen de ellos mismos y alivianan el trabajo que es mucho y constante. Hay hasta quienes esperan en fila por su lustre. Unos de traje y corbata, otros de camiseta y jeans.
Héctor, casi no puede salir de su puesto detrás de la caja. Un lustre, tres dólares; unos cordones, dos; un arreglo, un poquito más. En un milagroso alto, se acerca rapidito con una bota que casi encandila por lo brillante. “Esta ya tiene 15 años y estaba destinada a la basura”, dice, “es de un millonario italiano que siempre viene. Mi hermano, John, la arregló y la resucitó”. La bota de Toscana esta lista para andar nuevas aventuras.
Infinity lleva enclavado en su lugar subterráneo dieciocho años. Héctor empezó como zapatero y fue por esas cosas afortunadas de la vida que los dueños griegos le ofrecieron comprar cuando se retiraron, hace seis años. Desde entonces este colombiano de cabeza rapada y sonrisa compradora está siempre en su puesto, “llego a las 6 y me voy a las siete de la tarde.”
Julio, otro colombiano está en la zapatería desde la época de los griegos. Por lo mucho que habla se ganó su mote, ‘el mudo’. Se enjuaga las manos sucias en solvente y sonríe. En los rincones abundan cepillos de todos los tamaños, latas de betún, cera y calzadores.
Víctor embadurna un mocasín con una pasta marrón. María, la otra lustradora, cuenta que un shine dura bastante pero “depende del cliente. Los que quieren lucir bien vienen unas tres veces por semana”. María vive en Jackson Heights y tiene un niño de dos años. También suele ir a lustrar a empresas. “Los martes y jueves me salgo una horita a lustrarle a una compañía”.
Héctor mira su negocio y cuenta que además de Infinity su familia logró abrir otra zapatería. “En la del Village están mi papá y mi hermano. He podido traer a todos y si Dios quiere pronto abriremos otro local”.
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