Eldia.es,
3 de junio de 2007.
3 de junio de 2007.
Personas en silla de ruedas o con muletas, de baja estatura o talla grande, cuentan su "odisea" para encontrar ropa y calzado.
COLPISA, Madrid
"Se ve que piensan poco en nosotros; la moda difícilmente está a nuestro alcance". Desde su silla de ruedas, Enrique Palacios relata su "verdadera odisea" para comprarse ropa y calzado, una actividad cotidiana que para muchas personas con discapacidad -y para otras que, por su baja estatura o su amplio volumen corporal, requieren tallas a medida- supone una carrera de obstáculos. Primero, por la dificultad de encontrar un comercio accesible. Después, por la escasez de probadores con espacio suficiente. Más tarde, por la uniformidad de los diseños, sólo remediable con costosos arreglos de sastrería. Y a veces, incluso, por la falta de comprensión y generosidad del personal de las tiendas.
COLPISA, Madrid
"Se ve que piensan poco en nosotros; la moda difícilmente está a nuestro alcance". Desde su silla de ruedas, Enrique Palacios relata su "verdadera odisea" para comprarse ropa y calzado, una actividad cotidiana que para muchas personas con discapacidad -y para otras que, por su baja estatura o su amplio volumen corporal, requieren tallas a medida- supone una carrera de obstáculos. Primero, por la dificultad de encontrar un comercio accesible. Después, por la escasez de probadores con espacio suficiente. Más tarde, por la uniformidad de los diseños, sólo remediable con costosos arreglos de sastrería. Y a veces, incluso, por la falta de comprensión y generosidad del personal de las tiendas.
Como contó Palacios en la I Jornada "Moda y necesidades especiales" celebrada esta semana, todo ello "te obliga a usar tu propia casa como probador, y si un pantalón no te sienta bien, a llevarlo a devolver y repetir el proceso". Una situación nada extraña si se tiene en cuenta que "el diseño no está pensado para personas que van sentadas, cuyos pantalones necesitan una cintura más elástica, un largo mayor y un tiro más grande".
Pero la necesidad del "diseño accesible e incluyente, para todos", no se agota en las personas en silla de ruedas. Desde su experiencia como usuario de bastones o muletas, el director de la Jornada, José Luis Fernández Iglesias, señaló el "problema enorme con el calzado ortopédico", con apenas unos pocos modelos de botas con estética poco apta para presumidos. En cambio, "parece que moda y discapacidad se encuentran en polos opuestos", y la destinada a "personas con funcionalidad reducida la comercializan como ropa con ayuda médica, sin atender al gusto por lo que se viste".
Es como si les negaran el derecho a "sentirse guapos", cuando la realidad es que, según explica Judith Díaz, una jovencita menuda con discapacidad intelectual, le encanta "elegir su ropa" y contar sus preferencias por "un vestido azul y unos zapatos con un poquito de tacón". Ella tiene "muy difícil encontrar camisetas", porque le "quedan muy largas y no se pueden arreglar", y su padre añade que también le cuesta hallar calzado -a veces no le queda otra alternativa que la sección infantil-.
Pero las tallas infantiles casi nunca son una opción. Y mucho menos para las personas con acondroplasia, que, como recalca Sara Matute para desmentir cualquier tópico, "no nos vestimos en las tiendas de niños; nuestra talla es igual a la de cualquier otro, y la única diferencia son las extremidades más cortas". Sus mayores problemas son los zapatos, aunque ya ha "encontrado una tienda donde tienen del 30 con tacón", y el "arreglo de la ropa, que supone un aumento enorme del precio", asegura
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