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5 de julio de 2007.
5 de julio de 2007.
Según explica la podóloga María Céspedes, los dedos de los pies que han sufrido una fisura o una fractura no son susceptibles de ser enyesados porque son articulaciones muy pequeñas y sensibles. Ante unas lesiones de esta envergadura, proclives a producirse en verano, en primera instancia se inmovilizan los dedos con esparadrapo y luego, al cabo de unas 48 horas, el podólogo practica una ortesis con silicona con el fin de enderezarlos.
Con esta técnica se consigue dar posición funcional a los dedos y de este modo el paciente no sufre a la hora de deambular o caminar. Las fisuras, que son de difícil detección, producen un dolor muy intenso pero permiten realizar movimientos. En cambio, con las fracturas es prácticamente imposible que haya capacidad de movilidad.
Céspedes carga contra determinado calzado de verano como las clásicas chancletas, porque al no disponer de puntos de sujeción "los dedos sufren". Por si esto fuera poco, se pueden producir resbalones y lesiones por golpes en tanto que, a criterio de la podóloga, el pie no tiene suficiente capacidad de control. Algunas de las secuelas derivadas de un deficiente calzado veraniego pueden empezar a manifestarse en septiembre o tras el periodo vacacional.
Para el verano, Céspedes prefiere unas sandalias con buenas sujeciones y, en caso de tener que realizar un viaje, unas zapatillas de tipo semideportivo. Y por más que el calzado abulte mucho, también recomienda meter en la maleta al menos un par de recambios.
1 Ficheros de sonido (09:59 mins):
Reproducir Entrev. María Céspedes, podóloga (9:59 minutos)
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